Entre sus alumnos figuraron los obispos Antonio Cañizares Llovera, Manuel Ureña Pastor y José Vilaplana Blasco.
Posteriormente es nombrado Delegado Diocesano para el Clero y Director del Convictorio, con la tarea de iniciar a los diáconos en los primeros pasos en la labor pastoral.
Como lema episcopal escogió el siguiente: “mihi autem absit gloriari nisi in cruce Domini nostri Iesu Christi” (Gal 6, 14) (¡Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo!).
[6] Durante su obispado creó una «Casa Sacerdotal», fundó «La Casa de la Iglesia», donde aún hoy prestan sus servicios Caritas Diocesana y las distintas delegaciones de apostolado seglar.
Para la formación permanente de sacerdotes y laicos restauró el entonces desaparecido Instituto Teológico San Ildefonso.