Edgard estaba comprometido con Josefina "Josey" Cowan, hija también de inmigrantes británicos, residentes en Belgrano y un año mayor que él.
Poco antes de partir a los Estados Unidos, ella le envió una carta anunciándole que viajaba desde Buenos Aires para verlo.
En la misma misiva, que se encuentra expuesta enmarcada en una casa de Martínez, en la zona norte de la provincia de Buenos Aires, se lee en su tercer párrafo: "Figúrese Josey que me embarco en el vapor más grande del mundo, pero no me encuentro nada de orgulloso, pues en estos momentos desearía (sic) que el Titanic estuviera sumergido en el fondo del océano".
Poco después, Edgard compró una postal del barco para enviársela a su hermano Wilfred, en la estancia El Durazno.
El naufragio le dejó grandes trastornos emocionales y durante casi 40 años no habló del tema.
Se casó tres veces, pasó casi toda su vida en California, y murió en 1984, cinco meses después de cumplir cien años y un año antes de que los restos del Titanic hundido fueran hallados.
Entre los hermanos, los sobrinos y los sobrinos nietos de Edgard siempre se dijo que él le cedió su chaleco salvavidas a ella y que después se arrojó al agua.
Dijo que el pasajero argentino tenía colocado ya su chaleco y viéndola a ella desesperada, se lo cedió para después arrojarse al mar.