La ductilidad es una propiedad que presentan algunos materiales, como las aleaciones metálicas o materiales asfálticos, los cuales bajo la acción de una fuerza, pueden deformarse plásticamente de manera sostenible sin romperse,[1] permitiendo obtener alambres o hilos de dicho material.
A los materiales que presentan esta propiedad se les denomina dúctiles.
Aunque los materiales dúctiles también pueden llegar a romperse bajo el esfuerzo adecuado, esta rotura solo sucede tras producirse grandes deformaciones.
Algunos ejemplos de materiales muy dúctiles son el oro, la plata, el cobre, el bronce y el latón.
En otros términos, un material es dúctil cuando la relación entre el alargamiento longitudinal producido por una tracción y la disminución de la sección transversal es muy elevada.
En el ámbito de la metalurgia se entiende por metal dúctil aquel que sufre grandes deformaciones antes de romperse, siendo el opuesto al metal frágil, que se rompe sin apenas deformación.
Esto es, mientras la carga sea pequeña, la deformación también lo será y en general la deformación será elástica y reversible, sin embargo, alcanzado cierto punto el material cede fluye por plastificación, deformándose en mucha mayor medida de lo que lo había hecho hasta entonces pero sin llegar a romperse.