Sin embargo durante los años 1950 se realizaron grandes investigaciones sobre el suelo marino que revelaron un sistema global enlazado de dorsales oceánicas, todas ellas exhibiendo alto flujo termal y considerable actividad sísmica.
La explicación más plausible para estas anomalías requería asumir (ya en circulación en la época, pero aún no probada) que el campo magnético terrestre había cambiado su polaridad repetidas veces en el tiempo.
Cuando esta roca se solidifica, la magnetita se alinea según el campo magnético prevaleciente en ese momento, de esta manera provee un registro magnético.
Matthews y su becario, Frederick Vine, publicaron estas ideas en el artículo Anomalías magnéticas en las dorsales oceánicas en la revista Nature en 1963.
Investigaciones posteriores de otras dorsales oceánicas mostraron anomalías similares en cada caso.