Francisco Suárez

Empezó entonces a preparar la edición de sus primeras obras, que le valieron dificultades con censores dominicos como Avendaño e incluso jesuitas como el citado Gabriel Vázquez y su antiguo discípulo Leonardo Lessius.En 1593 volvió a Salamanca para enseñar, y terminó al fin su carrera, por expresa petición del rey Felipe II, en la Universidad de Coímbra, donde entró en 1597, el mismo año en que se editaron sus famosísimas Disputationes metaphysicae.Fue enterrado en dicha ciudad, en la Iglesia de San Roque, que se encuentra en el Bairro Alto.Fue llamado Doctor Eximius et Pius y gozó de enorme autoridad, revitalizando la ya decaída escolástica, que compendió en su obra principal, sus Disputationes metaphysicae (1597), donde repiensa toda la tradición especulativa anterior, sintetizando además la metafísica grecorromana como una disciplina autónoma e independiente.En su gran obra jurídica Tractatus de legibus ac Deo legislatore, muy fecunda para la doctrina iusnaturalista y el derecho internacional, se encuentra ya la idea del contrato social, y realiza un análisis más avanzado que sus precursores del concepto de soberanía: el poder es dado por Dios a toda la comunidad política y no solamente a determinadas personas, con lo que esboza el principio de la democracia contra cesaristas, legistas, maquiavelistas y luteranistas.Sostuvo el doctor Eximio que en realidad, la esencia y la existencia, no son más que conceptualmente distintas: en lugar de ser realmente separables, solo pueden ser concebidas como lógicamente separadas.Falsamente e injustamente clasificado como un nominalista moderado ha sido por varios autores (Esta acusación nominalista tiene principalmente su génesis en León Mahieu, Gallus Manser OP, y los jesuitas José Marechal y Carlos Giacon)[10]​, pero su admisión de precisión objetiva (praecisio obiectiva) lo coloca con los realistas moderados.Su trabajo metafísico es un notable esfuerzo de establecer un tomismo crítico, que permita superar las dificultades gnoseológicas y metodológicas que el escotismo y nominalismo habían planteado, pero no habían solucionado.De este modo fundó una corriente propia: el suarecianismo, cuyas principales tesis son: Suárez realizó una clasificación importante de esto en Disputationes Metaphysicae (1597), que influyó en el desarrollo de la teología dentro del catolicismo (su compañero, Pedro da Fonseca tuvo un poderoso efecto sobre el pensamiento escolástico protestante en los siglos XVI y XVII).Argumentó en contra de la versión del contrato social que se convirtió en dominante en la modernidad temprana entre filósofos políticos como Thomas Hobbes y John Locke, difiriendo principalmente de ellos en la relación entre consentimiento constitutivo y obligación política, aunque revisiones apuntan a que estas diferencias podrían ser meramente interpretativas.[cita requerida] En 1613, a instancias del papa Paulo V, Suárez escribió un tratado dedicado a los príncipes cristianos de Europa, titulado Defensio fidei contra catholicae anglicanae sectae errores, dirigido contra el juramento de fidelidad que Jacobo I de Inglaterra, rey anglicano, exigía a sus súbditos.Sin embargo, Suárez considera claramente ilícito que un rey —Jacobo I— obligue a sus súbditos a prometer obediencia al rey en cuestiones eclesiásticas con menoscabo de la autoridad de la Iglesia católica, pues estas cuestiones no son competencia del monarca,[12]​ y resulta inaceptable para un católico la promesa de fidelidad religiosa a un rey cismático y hereje.[16]​ Para Suárez, los príncipes herejes o paganos pueden ser legítimos, ya que el poder político corresponde al derecho natural.Ahora bien, «no debe hacerlo con autoridad privada, sino pública, cuando por lo demás el príncipe tiene legítimamente derecho al reino».[19]​ La teoría política suareciana contempla la desobediencia y la resistencia civil ejercidas en defensa de la fe católica, pero también en orden a la consecución del bien común.Acercándose en un cierto modo a lo que luego sería denominado como contrato social por el filósofo suizo Jean-Jacques Rousseau ya a mediados del siglo XVIII, Suárez elaboró una teoría sobre el origen del poder real llamada «doctrina de reversión» que posteriormente tendría una influencia clave en los movimientos revolucionarios rioplatenses de principios del siglo XIX.De esta forma, no era Dios el único portador y otorgador del poder político que legitimaba al soberano, sino que en este caso la soberanía volvía siempre al pueblo, para desde ahí, dirigirse a su rey.En varias universidades luteranas del siglo diecisiete, las Disputationes sirvieron como libro de texto en filosofía.Su influencia es evidente en los escritos de Bartholomaeus Keckermann (1571-1609), Clemens Timpler (1563-1624), Gilbertus Jacchaeus (1578-1628), Johann Heinrich Alsted (1588-1638), Antonius Walaeus (1573-1639) y Johannes Maccovius (Jan Makowski; 1588-1644), entre otros[30]​ Esta influencia fue tan penetrante que en 1643 provocó que el teólogo calvinista neerlandés Jacobus Revius publicara un libro en respuesta: Suarez repurgatus.Filmer creía que los calvinistas y los "papistas" como Suárez eran oponentes peligrosos del derecho divino de los reyes, legitimado por la supremacía de los padres sobre su descendencia, que según Filmer podría remontarse a Adán.[36]​ En la escuela tomista se han dado críticas a Francisco Suárez por parte de autores como Cornelio Fabro,[37]​ Christian Ferraro[38]​ y Agustín Echevarría.[39]​ Se arguye que con Cornelio Fabro se redescubrió la doctrina del esse en Santo Tomás, donde se considera completamente erróneo identificar el esse (ser) como existentia (existencia); aquella errónea concepción habría sido asumida en las tesis de Francisco Suárez[40]​; y más lejos aún, negaría que la existencia y la esencia pudieran distinguirse realmente, poniéndose así en oposición incluso respecto del tomismo tradicional.Comenta Eudaldo Forment al respecto de la concepción suarista del ser: Sostienen Leopoldo Prieto López, Jesús Villagrasa y Sameer Advani[43]​ que Suárez habría tomado fundamentalmente la idea del esencialismo metafísico, consistente en la afirmación de que "todo ente es tal por su ser de esencia, que lo constituye como posible."Entonces, entre los que negasen que Santo Tomás haya defendido alguna vez la distinción real entre esencia y acto de ser en los seres finitos, se encuentran M. Chossat[45]​, P. Descoqs[46]​, y el jesuita Francis Cunningham[47]​, quienes trabajan bajo la influencia del esencialismo suarista.[48]​[49]​ En cuanto Agustín Echevarria, en un estudio sobre la doctrina suareciana del conocimiento divino de los futuros libres condicionados, él culmina con una crítica al planteamiento suareciano, por considerar que, al dar una primacía ontológica a la posibilidad sobre la actualidad, devalúa la radicalidad causal de la libertad creada existente.Aunque también malentendidas por seguidores de la Escuela austriaca para adjudicarse un individualismo que no hay en Suárez.
Placa memorial del nacimiento del P. Suárez en Granada
Monumento en Granada, España.
Prima pars Summae theologiae. De Deo vno et trino (1607).
Commentariorum ac disputationum in tertiam partem divi Thomae (1590).
Operis de religione (1625).
De incarnatione, pars prima (1745).
De incarnatione, pars secunda (1746).
Monumento en honor a Francisco Suárez en Granada.