Las personas del colectivo LGBT+ en Kirguistán se enfrentan a ciertos desafíos legales y sociales no experimentados por otros residentes.
Las relaciones sexuales consensuales entre personas del mismo sexo fueron despenalizadas en 1998, sin embargo, la diversidad sexual aun es un tema tabú en la sociedad kirguisa, la cual es mayormente conservadora, por lo tanto, aun persiste la violencia, la discriminación y la persecución de las personas LGBT+ en el país.
En Kirguistán está prohibido constitucionalmente el matrimonio entre personas del mismo sexo desde 2016, y es improbable que se modifique la constitución en los próximos años para que así se pueda aprobar un proyecto de ley el cual pueda permitir que las parejas del mismo sexo tengan el mismo derecho que las parejas heterosexuales a acceder a las uniones civiles o al matrimonio.
Las organizaciones locales han manifestado que los términos "valores tradicionales" e "ideales de la familia" utilizados de manera amplia en el Decreto son un arma en manos del Estado en la lucha contra la comunidad LGBT+.
El promotor de esta ley mencionó expresamente que ayudaría a restringir las actividades de las ONG financiadas desde el extranjero que promuevan "tradiciones extrañas a la sociedad kirguisa".