[1][2] Es de curso lento y progresivo, afecta a ambos ojos y es algo más frecuente en mujeres que en varones.
[3] Los primeros síntomas pueden detectarse alrededor de los 30 o 40 años, aunque raramente afecta a la capacidad visual antes de los 50 o 60.
Fue descrita por el oftalmólogo vienés Ernst Fuchs (1851-1930) y no debe confundirse con otras lesiones que también llevan su nombre, como la mancha de Fuchs, el creciente miópico o coloboma de Fuchs y la ciclitis heterocrómica de Fuchs.
Puede ser hereditaria, según un patrón de herencia autosómico dominante.
En este caso, si alguno de los padres presentan la enfermedad, el hijo tendrá una probabilidad del 50% de padecerla, aunque también ocurre de forma aislada en personas que no tienen ningún antecedente familiar conocido.