Acogió le ella con su genial bondad, y e. indio después de obligarla a aceptar, como si fuesen biscochuelos, las consabidas barras y excusarse por la mezquindad del agasajo, le pidió que sacase de pila una hija que en su pueblo le había nacido.
Doña Teresa, por más honrar al compadre, "no quiso conferir poder para que otra persona la representase como madrina y prometió que antes de quince días se pondría en camino para la sierra.
La nueva villa progreso mucho con la abierta protección que le dispensara el virrey D. García quien para impulsar el laboreo de las minas concedió dos mil mitayos o peones.
Muertos sus padres, él vendió todas sus posesiones, repartió el dinero entre los pobres y se fue como un pobre peregrino hacia Roma a visitar santuarios.
Y en ese tiempo estalló la peste de tifo y las gentes se morían por montones por todas partes Roque se dedicó entonces a atender a los más abandonados.
Amuchos logró conseguirles la curación con sólo hacerles la señal de la Santa Cruz sobre su frente.
Y un día mientras atendía a un enfermo grave, se sintió también él contagiado de la enfermedad.
Después de varios días de repetirse el hecho, al dueño le entró curiosidad, y siguió los pasos del perro, hasta que encontró al pobre llaguiento, en el bosque.
Apenas se sintió curado dispuso el santo volver a su ciudad de Montepellier.
Pero al llegar a la ciudad, que estaba en guerra, los militares lo confundieron con un espía y lo encarcelaron.
Llegado el día de hacer la elección en cabildo triunfo el español por mayoría para realizar la fiesta, quien celebró con música y cohetes exasperando así al partido contrario.
A poco andar de la procesión, asomó por una esquina el vencido criollo con un grupo de sus parciales, y se lanzaron a arrebatar el guion de manos del alférez, los españoles estaban prevenidos para el lance, y por arte de encantamiento salieron a relucir espadas, puñales y mosquetes; los indios igualmente armados acudieron por las bocacalles, y empezó entre partidos un sangriento combate.
Unas minas se derrumbaron otras dieron en agua, y para colmo de desdichas una epidemia que los naturales llamaron, ferrochuceo, y que se presume fue el tifus, arrebato dos tercios de la población.
A su llegada al pueblo invocando su piedad; las enfermedades desaparecieron milagrosamente atribuyéndose dicho suceso a nuestro venerado médico "San Roque", que lo tomaron como patrón del pueblo y de los mineros.