Dios personal
Esto contrasta con otras concepciones de un Dios que se lo ven como una fuerza impersonal o un ser abstracto (véase Deísmo).En el Pentateuco, por ejemplo, Dios habla e instruye a sus profetas y es concebido como un ser volitivo, con emociones (tales como enojo, celos, intención) y otros atributos característicos de una persona, pudiendo incluso aparecerse en forma antropomórfica.Las relaciones de un Dios persona pueden ser descritas de la misma forma que las relaciones humanas, tales como un Padre, como es el caso del cristianismo, un Amigo como es el caso en el Sufismo, incluso se pueden llegar a un acuerdo como se relata con Abraham.[cita requerida] Desde finales del siglo XX, especialmente en Occidente, la creencia en un Dios personal viene decayendo en favor de la creencia en un Dios impersonal y de lo «divino» entendido como fuerza o energía.Según el historiador de las religiones Frédéric Lenoir, «cuanto más fuera de una tradición religiosa se sitúa el individuo, menos inclinado está a creer en un Dios personal».