Junto con Carlo Ponti, también productor, llevó al cine italiano a la escena internacional tras la Segunda Guerra Mundial.
De Laurentiis siguió produciendo películas, ya más comerciales, como una imitación del personaje de James Bond (Bésame y no me mates, de 1966, Se tutte le donne del mondo, Operazione Paradiso), un spaghetti western con Burt Reynolds (Navajo Joe, 1966), Anzio, con Robert Mitchum (1968; ambientada en la Segunda Guerra Mundial) y una adaptación del cómic Barbarella (1968), con Jane Fonda, Ugo Tognazzi y John Phillip Law.
En 1972 la legislación italiana sobre cine introdujo un cambio perjudicial para Dino De Laurentiis: las subvenciones públicas se reservarían a filmes con capital enteramente nacional.
Para el mismo papel había audicionado Meryl Streep, a quien De Laurentiis trató groseramente: opinó que era muy fea y lo dijo en italiano pensando que ella no lo entendería, pero Streep le respondió sarcásticamente con un fluido acento italiano, dejándole impactado.
También produjo proyectos más arriesgados, como los del director David Lynch: Dune (1984), que fue un fracaso comercial, y Terciopelo azul (1986).
Tal vez por su discreto resultado comercial, renunció a producir la secuela escrita por el mismo autor, The Silence of the Lambs, una decisión de la que luego se arrepentiría profundamente debido al éxito comercial y los premios Óscar que cosechó la versión dirigida por Jonathan Demme.
Sí produjo las dos películas posteriores sobre Lecter: Hannibal (2001, Ridley Scott) y Red Dragon (2002, Brett Ratner).