Los marinos de la escuadra, entre quienes estaban Lizardo Montero y Miguel Grau, se sumaron a la sublevación, con la fragata Apurímac, la goleta Loa, el transporte Tumbes y otros buques menores, de modo que Castilla se quedó con su escuadra muy mermada.
Desde la costa norte, Vivanco se dirigió al Sur a bordo de la fragata Apurímac y acompañado del recién capturado transporte Huaraz.
Posiblemente hubiera logrado su objetivo de haber desembarcado con sus fuerzas esa misma noche.
Mientras que Vivanco y veinticinco de sus hombres se quedaron a bordo del Apurímac.
Según el deán Juan Gualberto Valdivia, la gran mayoría de los caídos eran jóvenes arequipeños.
[cita requerida] Esa cantidad crecida de prisioneros se debió a que, al tratar estos de embarcarse en sus buques no hallaron lanchas para hacer el trasbordo, siendo cercados y capturados por la población, que evitaron así su fuga por tierra.
De allí, Vivanco y su gente pasaron a Arequipa, que se convirtió en su último bastión para resistir.