Descubrimiento de Urano

Aunque puede llegar a ser visible al ojo desnudo como los cinco planetas clásicos, nunca fue reconocido como planeta por los observadores antiguos debido a su oscuridad y órbita lenta.

La observación más antigua de la que se tiene referencia data de 1690 cuando John Flamsteed observó el planeta al menos seis veces, catalogándolo como «34 Tauri».

Para el año 1738 el astrónomo inglés John Bevis dibujó al planeta Urano como tres estrellas en posiciones sucesivas, en su atlas «Uranographia Britannica», dichas observaciones fueron hechas entre los meses de mayo y julio de 1738, sin embargo Bevis no detectó los rasgos de planeta.

[7]​ El 17 de marzo escribió, «Busqué el cometa o estrella nebulosa y he descubierto que es un cometa puesto que ha cambiado de lugar».

[15]​ El descubrimiento de Urano supuso una revolución en la astronomía del siglo XVIII ya que ampliaba de los límites conocidos del Sistema Solar por primera vez en la historia.

[16]​ En respuesta a la petición de Maskelyne, Herschel decidió nombrar el objeto «Georgium Sidus» (la estrella de Jorge) en honor a su nuevo patrocinador, el rey Jorge III.

[17]​ Explicó su decisión en una carta a Joseph Banks:[14]​ Sin embargo, el nombre no perduró más allá de Gran Bretaña.

[11]​ Finalmente fue el astrónomo alemán Johann Elert Bode quien acuñó y optó por la versión latinizada del dios del cielo de la mitología griega «Urano», padre de Crono (cuyo equivalente romano daba nombre a Saturno), aduciendo que ya que Saturno era el padre de Júpiter, lo más lógico era que el nuevo planeta tomara nombre a su vez del padre de Saturno.

William Herschel , descubridor de Urano
Réplica del telescopio usado por Herschel para descubrir Urano
Urano fotografiado por la sonda Voyager.