Desarrollo del canon del Nuevo Testamento

[11]​ Estos concilios estuvieron bajo la autoridad e influencia de Agustín, que consideraba el canon como ya cerrado.

[12]​[13]​[14]​ El Concilio de Roma de Dámaso I, si el Decretum Gelasianum se asocia correctamente con este, emitió un canon bíblico idéntico al que se ha mencionado anteriormente;[9]​ o, si no, la lista es, al menos, una compilación del siglo VI.

Aunque estos escritos obviamente poseen para Clemente considerable importancia, nunca se refiere a ellos como autoritativas «Escrituras».

Marción rechazó la teología del Antiguo Testamento en su totalidad y consideraba al Dios representado allí como un ser inferior.

Afirmó que la teología del Antiguo Testamento era incompatible con la enseñanza de Jesús en relación con Dios y la moralidad.

Marción creó un canon, un grupo definido de libros que él consideraba como totalmente autoritarios, desplazando a todos los demás.

En la introducción a su libro Early Christian Writings, Henry Wace afirma: Un teólogo moderno (..) no puede negarse a discutir la cuestión planteada por Marción: si existe tal oposición entre diferentes partes de lo que él considera como la palabra de Dios, no todas pueden venir del mismo autor.

Nadie más de los que conocemos sería un buen candidato, ciertamente no los esencialmente ficticios Lucas, Timoteo y Onésimo.

2 Pedro 3:16 dice que sus cartas han sufrido abusos a manos de los herejes, pues ellos las tuercen «como también las otras Escrituras».

[48]​ Sobrevive, dañada y por lo tanto incompleta, una pésima traducción latina de un original griego, cuyo texto no se ha conservado, que por lo general es fechado a finales del siglo II,[49]​[50]​[51]​[52]​[53]​[54]​[55]​[56]​ aunque algunos estudiosos lo consideran del siglo IV.

Esto fue crucial para refutar el antijudaísmo de Marción, ya que Hechos da honor a Jacobo, Pedro, Juan y Pablo por igual.

Hubo quien rechazó el Evangelio de Juan (y posiblemente también Apocalipsis y las Epístolas de Juan), ya sea como no apostólico, como escrito por el gnóstico Cerinto o no compatible con los evangelios sinópticos.

[65]​[66]​ Gayo o Cayo, presbítero de Roma (principios del siglo II), al parecer, se asoció con este movimiento.

Pero dicen que se atrevió a parafrasear ciertas palabras del apóstol [Pablo], con el fin de mejorar su estilo».

4) registró la existencia de escribas alejandrinos (alrededor del 340) que preparaban las Biblias para Constante.

Junto con la Peshitta y el Codex Alexandrinus, éstas son las primeras Biblias cristianas existentes.

[77]​ También aparecen 22 libros del Antiguo Testamento y 7 libros que no están en el canon, sino para ser leídos: Sabiduría de Salomón, Sabiduría del Sirácida, Ester, Judit, Tobit, Didajé y el Pastor.

Que los siguientes libros sean estimados venerables y santos por todos ustedes, tanto clérigos como laicos.

Entre aquellos, una vez más, que no se ha recibido por todos, él preferirá como tener la sanción del mayor número y los de mayor autoridad, como tienen lugar por el número más pequeño y los de menos autoridad» (La doctrina cristiana 2.12, capítulo 8).

[86]​ Estos concilios fueron convocados bajo la autoridad de Agustín, que consideraba el canon como ya cerrado.

[16]​ Dámaso I es a menudo considerado como el padre del moderno canon católico.

Sin embargo, sobre todo, es probablemente de origen galo meridional (siglo VI), pero varias partes posiblemente se remontan a Dámaso y reflejan la tradición romana.

Durante siglos, el Diatessaron, junto con los Hechos y las epístolas paulinas (excepto Filemón) componían los únicos libros aceptados en las iglesias sirias, lo que significa que las opiniones más estrictas de Taciano, concernientes al rechazo de 1 Timoteo, no se llevaron a cabo.

[103]​[104]​ Hasta la reforma protestante, la Iglesia católica nunca había elaborado oficialmente los límites del canon bíblico.

Rechazando esto, Lutero y otros reformadores se centraron en la doctrina protestante de los Cinco solas.

Martín Lutero estaba preocupado por cuatro libros, conocidos como los Antilegomena de Lutero: Judas, Santiago, Hebreos y Apocalipsis; y a pesar de que los colocó en una posición secundaria en relación con el resto, no los excluyó.

Él propuso retirarlos del canon,[105]​[106]​ haciéndose eco del consenso de varios católicos, así como de notables humanistas cristianos, como el cardenal Jiménez, el cardenal Cayetano, y Erasmo; y en parte porque percibía que iban en contra de ciertas doctrinas protestantes como la sola gratia y la sola fide, pero esto no fue generalmente aceptado entre sus seguidores.

[107]​[108]​ Lutero removió los libros deuterocanónicos del Antiguo Testamento de su traducción de la Biblia, colocándolos como «apócrifos, que son los libros que no se consideran iguales a las Sagradas Escrituras, pero útiles y buenos para leer».

(Los libros que no se atribuyen a estos tres son: Mateo, Marcos, Lucas, Hechos, Santiago y Judas.

El concilio Vaticano I, el 24 de abril de 1870, aprobó las adiciones a Marcos (Marcos 16:9-20), Lucas (Lucas 22:19b-20, 43-44), y Juan (Juan 7:53-8:11), que no se encuentran en los primeros manuscritos, pero que están contenidos en la edición Vulgata.

Fragmento del Evangelio de Mateo en una página del Códice Sinaítico del siglo V