Frenar el crecimiento demográfico de Mali reduciendo su tasa de natalidad será esencial para reducir la pobreza, mejorar la seguridad alimentaria y desarrollar el capital humano y la economía.
Muchos malienses de las zonas rurales emigran durante el periodo de sequía a los pueblos y ciudades cercanos para realizar trabajos esporádicos o a los países limítrofes para trabajar en la agricultura o la minería.
Los pastores y los nómadas se desplazan estacionalmente al sur de Mali o a los estados costeros cercanos.
Casi todos los malienses que se refugiaron en el extranjero (en su mayoría pastores tuaregs y maures) se quedaron en la región, principalmente en Mauritania, Níger y Burkina Faso.
[1] La esperanza de vida al nacer se estimó en 49,5 años en total (47,6 para los hombres y 51,5 para las mujeres).
[1] Mali tiene una de las tasas más altas del mundo en cuanto a mortalidad infantil,[2] con 106 muertes cada 1.000 recién nacidos.
[2] La población de Mali está compuesta por diversos grupos étnicos subsaharianos, compartiendo entre sí unas tradiciones históricas, culturales y religiosas similares.
Las excepciones son dos grupos nómadas del norte, los tuareg, un pueblo bereber, y los maurs.
Aunque cada grupo étnico habla un idioma diferente, casi el 80% de los malienses se comunica a través del bambara, siendo este el idioma más común del mercado.
[1][2] El ateísmo y agnosticismo es raro entre los malienses, en su mayoría practican una religión diaria.
En el año 2000, se estimó que solo el 62-65% de la población tenía acceso al agua y el 69% al aseamiento; tan solo el 8% se estima que tenga acceso a instalaciones sanitarias modernas.