Hasta la segunda mitad del siglo XVIII toda la zona estaba sin urbanizar, pudiendo considerarse un área rural.Junto con la entonces apenas incipiente Ronda de Atocha, forman el tridente barroco que comienza en la actual plaza del Emperador Carlos V y serían concluidos ya en época de Carlos III por Joseph Salcedo.Poco a poco la zona se fue ocupando con infraviviendas en las que habitaban los muchos trabajadores que acudieron a la ciudad para trabajar en las grandes obras públicas, como el Canal de Isabel II o la mencionada estación de Atocha.El proyecto original de Castro no se llevó a cabo en toda su extensión.Aún al contrario, los propietarios especularon con el terreno y en muchas ocasiones dividieron las manzanas en dos, con callejones intermedios, para ampliar la edificabilidad.Esta línea, que transcurría por la actual calle del Ferrocarril, no sería definitivamente soterrada hasta los años ochenta del siglo XX (aunque anteriormente, por pocos años, hubo en esa calle un túnel que en la superficie formaba bulevar) Por todo ello, todavía a finales del siglo XIX no se había terminado el ensanche en esta zona, proliferando así el surgimiento de infraviviendas carentes de todo tipo de servicios.No obstante surgen viviendas en la parte meridional del barrio, en torno a la calle de Embajadores.En este espacio ajardinado, paralelo a la calle del párroco Eusebio Cuenca, sólo pervive una vía ferroviaria utilizada por el museo.Asimismo, otras estaciones como Atocha o Embajadores están en las proximidades de los límites del barrio.
Mapa esquemático del barrio con los puntos que condicionan su evolución histórica.