Fue obispo de Burdeos (380 - 401-404) y primero del que se tiene noticia cierta.
Extiende la cristianización en su diócesis y consolida la doctrina católica en una ciudad del reino visigodo cuyos reyes eran de confesión arriana.
Integrante del Concilio de Zaragoza en el año 380, que condenó a Prisciliano, Helvidio, Salviano e Instancio por herejes.
Se conserva una carta a su amigo San Ambrosio, obispo de Milán.
También tuvo relación epistolar con san Ambrosio de Milán.