A mediados del siglo XIX, Horatio Caro y Marcus Kann introdujeron esta defensa en la práctica magistral, con escaso éxito.
Aron Nimzowitsch y Savielly Tartakower, a principios del siglo XX, demostraron las interesantes posibilidades de esta apertura.
Recientemente, Anatoly Karpov la rescató de cierto olvido, y Garry Kasparov, en colaboración con Aleksander Shakarov, le ha dedicado un estudio teórico.
Con un juego lógico las blancas son capaces de retrasar este golpe durante mucho tiempo, incluso hasta que ya no es peligroso.
En general, se puede decir que la defensa Caro-Kann es típica de jugadores sólidos y eminentemente posicionales.
A excepción de la variante Bronstein y ciertas líneas algo agresivas (con tempranos g4 o h4 por parte de las blancas) en la variante del avance, todas las líneas y medios juegos derivados de esta defensa están enfocados al juego posicional, buscando el final, en el que las negras buscan explotar las debilidades que puedan crear a las blancas en el medio juego (por ejemplo, en la variante clásica es normal encontrar un peón blanco en h5).
Esta compleja variante llega con los movimientos: Más posicional que la línea anterior, las negras evitan el cambio del alfil de casillas claras y se preparan a cambiar algún caballo con Cgf6 seguido de Cxf6 evitando doblar peones en f. Aquí la posición negra se ve aún más restringida sobre todo si las blancas eluden las simplificaciones con Cg5.