En su primer largometraje, El brau blau (2009), Villamediana explora la formación de un torero.
Un joven, completamente entregado al mundo del toro, se enfrenta a una única obsesión: la lidia.
Con un único actor, Víctor J. Vázquez, el director profundiza en la lucha psicológica de un hombre que quiere ser capaz de enfrentarse a la muerte en un ritual único.
[4] En su segunda película, La vida sublime (2011), narra un viaje por tierras de Castilla y una Andalucía mítica, un viaje cuyo fin aparece oscuro para su familia más próxima.
En ese sentido, gira trabajo sobre la memoria y los mitos en relación con la cultura española.