Tras la muerte del coral, su esqueleto contribuye a la generación de nuevos arrecifes en la naturaleza, debido a que la acción del CO2 convierte muy lentamente su esqueleto en bicarbonato cálcico, sustancia ésta asimilable directamente por las colonias coralinas.
[3] El Registro Mundial de Especies Marinas reconoce las siguientes especies,[4] valorando la UICN su estado de conservación:[3] Los corales Danafungia son pólipos solitarios libres, que, cuando alcanzan la madurez, pueden desplazarse unos 30 cm diarios.
Secretan un esqueleto en forma oval o discoidal, de cuyo centro parten radialmente los septa hacia el perímetro.
La gama de colores abarca el marrón, verde, violáceo, gris o azul.
Los huevos una vez en el exterior, permanecen a la deriva arrastrados por las corrientes varios días, más tarde se forma una larva plánula[8] que cae al fondo, se adhiere a él y comienza su vida sésil, secretando carbonato cálcico para conformar un esqueleto, o coralito.