Estas relaciones entre temperatura de color e iluminancia se obtienen a menudo con lámparas fluorescentes o incandescentes, respectivamente.
El trazado de las curvas resultantes determinan tres zonas principales; la intermedia corresponde a las fuentes de luz consideradas agradables, la zona inferior corresponde a los colores considerados como fríos y sombríos y la zona superior a los considerados calientes y que da colores no naturales.
Las investigaciones de Kruithof están relacionadas directamente con la adaptación del ojo humano a los cambios en la iluminación.
[6] Por ejemplo, a esto se debe que las lámparas fluorescentes (con unas temperaturas de color entre 3000 y 6000 K) se usen habitualmente con altas iluminancias, por encima de 500 lx.
En las viviendas, se prefieren las fuentes de luz con menos iluminancia y temperaturas de color más bajas, que se consideran más placenteras y agradables.
Las fuentes de luz artificial antiguas, como las velas o las lámparas incandescentes tienen espectros electromagnéticos que reproducen muy aproximadamente los del cuerpo negro; se parecen mucho a las fuentes de luz naturales.
Muchas lámparas fluorescentes modernas y muchas lámparas LED tienen espectros que no se parecen a los del cuerpo negro y se consideran no naturales.
Por eso, el modo en que se perciben los colores en el entorno también puede tenerse por no natural.