Según una medición realizada en el 2012 con un altímetro GPS, se encuentra a 539 m sobre el nivel del mar.
El descenso solo se puede realizar utilizando una cuerda para escalar, arnés y descendedores (cada persona deberá llevarlos por su propia seguridad).
[4] Luego de descender la segunda bajada, se encuentran unas formaciones que parecen estructuras arquitectónicas, como, por ejemplo, una puerta gigante, unas paredes y un túnel geométrico creados por la erosión del agua.
Los shuar ven la cueva con mucho respeto y creen que ahí descansan los espíritus de sus ancestros.
[cita requerida][7] La caverna, con la entrada principal a una altitud aproximada de 540 metros, fue usada desde la Antigüedad por los indígenas shuar, los cuales descendían cada primavera con escaleras y antorchas para capturar las aves mencionadas previamente.
En publicaciones de índole ocultista se ha aseverado que la masonería de varios países se habría interesado en la época en encontrar la fabulosa biblioteca metálica que un autor húngaro-argentino, János Juan Móricz (1923–1991),[9] pretende haber encontrado en la cueva en los años sesenta.
Este pretendido hallazgo fue popularizado luego por el escritor suizo Erich von Däniken en su libro Oro de los Dioses.
El explorador argentino puso el lugar en el mapa (2010) cuando actuó como productor consultor para la serie Ancient Aliens (History Channel, Prometheus Entertainment).
Tanto las culturas de la selva como las andinas estaban orientadas hacia el sol y seguían una alineación perfecta con el meridiano ecuatorial.
Esta correlación astro-arqueológica se evidencia en la forma de pirámides, plataformas, calzadas, acueductos, caminos empedrados y ciudades compuestas por tolas.
También lideró otra expedición relacionada con trabajos previos, donde anunció que se encontrarían evidencias de culturas avanzadas.
Estas predicciones se han confirmado en los últimos años a través de descubrimientos realizados con LiDAR en la región del río Upano.