Los aleros y cuevas a lo largo de paredones son espacios que han servido de resguardo para la fauna local, especialmente para aves como las bandurrias, las que nidifican en el lugar.
Desde la década del 70, diversos trabajos nacionales se han realizado en la cueva, como las de Omar Ortiz-Troncoso (1970), Luis Felipe Bate (1970-71), Prieto, Morello, Cárdenas y Christensen (1998).
[7] Para esto, recolectaron muestras de carbón vegetal de fogones encontrados en los niveles XV, XVII, XVIII y XX , los que dieron como resultado que el componente arqueológico de Cueva de la Leona 5 tiene una cronología entre 1.740 ± 70 y 2.280 ± 60 años AP,[8] es decir, los humanos que ocuparon el sitio, corresponden a cazadores recolectores terrestres, específicamente grupos Aonikenk o Tehuelches, del periodo Medio y Tardío.
[8] El arte rupestre ha sido estudiado por Felipe Bate, quien describe los motivos como franjas rojas, con bordes negros.
Igualmente se pueden observar dibujos lineales en negro, figuras geométricas, zoomorfas, puntos y un ‘’rastro de avestruz’’.
Sin embargo, la información descriptiva sobre la excavación y los restos óseos del entierro 1 se perdieron, por tanto las investigaciones posteriores sobre la evidencia funeraria se basan en el segundo enterratorio, el cual corresponde a una inhumación colectiva ubicada en la capa 10 de la zanja.
Sin embargo, la intervención antrópica actual es otro factor sumamente perjudicial, sobre todo, al ser el sitio, conocido a nivel regional, ya que a pesar de ser un Monumento Histórico y estar ubicada dentro de un terreno privado, el cerco existente posee una entrada para visitantes.