La investigación desarrollada por D. Blas Roca Viaña y su publicación en 2009 permitió conocer el origen de esta construcción subterránea: una bodega para almacenar vino.
Durante el siglo XIX se conoce la presencia de bandoleros en el municipio de Benamejí que algunos apuntan que utilizaron La Silera como refugio, cuestión discutible, por la cercanía a la localidad.
Por los restos cerámicos documentados estas tinajas tendrían un diámetro entre 110 y 120 centímetros.
Teniendo en cuenta que la edificación contaría con cuarenta nichos, el volumen total de productos almacenados sería, por tanto, considerable.
En cambio, en el ala nordeste, se ha localizado un pozo de acceso, que sí sería original y que aún conserva los huecos labrados en la roca para poder bajar,[1] aunque más bien sería ser una columna de ventilación o zarcera.
Igualmente idóneo para la construcción fue también el emplazamiento escogido: la posición elevada que ocupa La Silera con respecto a su entorno le aporta unas buenas condiciones para mejorar su estanquidad, aunque esto no evitó, en cualquier caso, que tuviese que impermeabilizarse el silo mediante una argamasa de cal.