El cuarteto no fue bien acogido y obtuvo críticas contrapuestas.
Fauré criticó duramente la obra (especialmente el cuarto movimiento: “atrofiado, mal balanceado; en resumen, un error”).
Ravel tomó como referencia el cuarteto que escribió Debussy una década antes.
El cuarteto sigue estrictamente la clásica estructura en cuatro movimientos.
Aunque Ravel tenía tan sólo 28 años cuando lo compuso, en él aparece perfectamente definido el estilo del compositor, con su “precisión de relojero” y sus sonoridades típicamente reconocibles.