Los pueblos germánicos fueron cristianizados durante el transcurso de la Antigüedad tardía y la Alta Edad Media.
Hasta el comienzo de la Decadencia del Imperio romano, todas aquellas tribus que se habían instalado en los territorios del imperio con las excepciones de sajones, francos y lombardos se habían convertido al cristianismo.
[1] El progresivo auge del Cristianismo Germánico fue debido a la adhesión, muchas veces voluntaria, de grupos asociados al Imperio Romano.
A partir del siglo VI, la cristianización de las tribus germánicas fue realizada principalmente por misioneros enviados por la Iglesia católica.
[2][3] Otros cristianos, incluyendo Wereka, Batwin y Saba el Godo fallecieron en persecuciones posteriores.
Sin embargo, en las navidades de 498,[5] Clodoveo I se convirtió a la fe católica tras su victoria en Tolbiac y fue bautizado en Reims.
De este modo, cuando un gobernante local decidía convertirse, todos sus súbditos y dependientes pasaban a ser (al menos nominalmente) cristianos.
[8][9] En la batalla de Tolbiac se vio en tales dificultades que rezó a Cristo por su victoria.
[10] Que un Comandante en jefe atribuyera su victoria al Dios cristiano es un motivo recurrente de conversión desde el cambio constantiniano.
Sin embargo, que un pagano como Clodoveo pidiera ayuda a Cristo muestra también la adaptabilidad del politeísmo germano.
[13] Otro suceso ejemplar durante la segunda estancia de Ansgar en Birka: Un sacerdote pagano pidió a los habitantes del lugar que no participaran el culto al Dios cristiano extranjero.
Esto está en correspondencia directa con las ideas Germánicas paganas de lealtad al señor propio.
Posteriormente, a partir del siglo XVI comenzó la Reforma Protestante, que nació en lugares de habla germánica (Alemania, Escandinavia, Gran Bretaña).