[1] Estos nuevos misiles balísticos portaban varias cabezas nucleares y tenían un alcance máximo de 5.500 km.
A este acuerdo se le conoce popularmente como la Doble Decisión,[2] dado que era un plan de 2 partes.
De este modo, se instalarían 108 misiles balísticos Pershing II, íntegramente en Alemania Occidental y 464 misiles de crucero BGM-109G Gryphon, que serían instalados en la RFA, Reino Unido, Italia, Bélgica y Holanda.
Con estos nuevos misiles, la OTAN tendría a Moscú dentro de su alcance nuclear, algo que fue calificado como "inaceptable" por el gobierno soviético.
Daba comienzo así una crisis inmersa en una escalada de tensiones que se prolongaría durante varios años.
[6] El diálogo se volvió aún más complicado debido a la inestabilidad política de la URSS.
En respuesta, los soviéticos siguieron con la escalada, instalando nuevos misiles en la RDA y Checoslovaquia, así como incrementando notablemente su presupuesto militar.
[10] Las tensiones y el incremento del arsenal nuclear continuó en ambas direcciones, hasta la llegada en 1985 de Mijaíl Gorbachov.
El nuevo líder soviético, mucho más joven que sus antecesores, profesaba un marcado carácter negociador y aperturista.
Se ponía así fin a la peligrosa escalada nuclear que había tenido en vilo al continente durante los 10 años anteriores.
En 1983, diversos grupos pacifistas de izquierdas, crearon concentraciones multitudinarias en la entonces capital alemana, Bonn, e incluso una cadena humana desde Stuttgart hasta la primera base donde fueron instalados los misiles.
[15] El primer ministro socialista de Suecia, Olof Palme, defendió en cambio los intereses soviéticos frente a los europeos.
En Alemania Occidental mientras tanto, los favorables al despliegue usaban como eslogan la frase: Más vale un Pershing en el jardín, que un SS-20 en el tejado.