Criollización

Posteriormente, este vocablo se empleó también para designar una lengua compuesta, surgida del contacto entre diversos y heterogéneos elementos lingüísticos.

[5]​ A partir de la condición del antillano y de su experiencia histórica, Glissant crea el término “criollización” (“créolisation”), que no existía en francés, tomándolo del poeta jamaicano Edward Kamau Brathwaite.

[7]​ Glissant prefiere el término de “criollización” porque se presenta como un proceso y no una esencia.

[10]​ Glissant buscaba responder tal cuestión en un contexto rodeado de “prosa, caos, medida, conocimiento y poesía”[11]​ que señalaban la experiencia interna del martiniqués, quien observaba cómo el mundo europeo, específicamente la cultura francesa, se oponía paradójicamente a la suya, de donde mediante una alianza se descubriría toda verdad.

Si a Mesoamérica la conforman los pueblos originarios, y si la Euroamérica se compone de aquellos emigrantes europeos que conservaron sus costumbres y su lengua, la Neoamérica está formada por el “migrante desnudo”, aquel que forzadamente fue traído al continente desde África, principalmente por la trata de esclavos.

[17]​ Entonces, para Glissant, es la Neoamérica la que determina la experiencia concreta de la criollización, llevando a la conversión del ser.

Esto no significa que no opere la criollización, la cual sí se produce, pero el ser queda mutilado porque se ve desestabilizado por la disminución que lleva en sí, que le impide considerarse a sí mismo como tal, disminución, por ejemplo de su valor propiamente africano.

La criollización exige que los elementos heterogéneos concurrentes sean valorados, que no haya degradación o disminución del ser, ya sea interno o externo, en ese contacto y en esa mezcla.

[22]​ Así como en las lenguas criollas, donde la colisión de elementos diversos y heterogéneos resulta en un lenguaje imprevisible, el término criollización es aplicable a la situación del mundo.

Esto es, abandonar la identidad de raíz única y adentrarse en la auténtica criollización del mundo.

Pero también hay albas en la llanura cultivada, en el cerro quieto, en la península que vela en la avanzadilla de las tierras y provoca a lo desconocido.

[28]​ Asimismo, Glissant afirma que lo diverso abre los países en este Caos-mundo en el que vivimos: Llamo Caos-mundo al actual choque de tantas culturas que se prenden, se rechazan, desaparecen, persisten sin embargo, se adormecen o se transforman, despacio o a la velocidad fulminante: esos destellos, esos estallidos cuyo fundamento aún no hemos empezado a comprender, ni tampoco su organización, y cuyo arrebatado avance no podemos prever.

El Todo-mundo no es lo uno, lo mismo, sino una totalidad en donde los encuentros y choques entre culturas, por su imprevisibilidad, desbaratan la posibilidad de su sistematización.

Que la Relación, esa resultante en contacto y proceso, cambia e intercambia, sin perdernos ni desnaturalizarnos.

Por ejemplo, la comida, la música o la religión se han visto afectadas por la criollización del mundo actual.

El catolicismo llegó con la colonización europea del Caribe, lo que provocó una fuerte influencia de sus prácticas sobre la religión ya existente.

[37]​ Las creencias religiosas como el vudú en Haití, la santería en Cuba, el shango en Trinidad o el candomblé en Brasil tienen sus raíces en la criollización.

La creación de estas nuevas expresiones religiosas se ha sostenido y evolucionado a lo largo del tiempo para crear "religiones criollas".