Generalmente esta opinión se basa en que ninguna sociedad puede funcionar sin un amo o un grupo de gente que gobierne y otros que sean gobernados, que sin una autoridad coercitiva o involuntaria que ponga orden las personas no se pondrían de acuerdo y acabaría reinando la ley del más fuerte; estos conceptos son debatidos por los anarquistas, con multitud de referencias históricas, culturales y hasta científicas.[1] En principio, el anarquismo como movimiento se ha caracterizado por cuestionar el "purismo" ideológico y táctico, debido a que la anarquía es considerada un hecho; por tanto, es la vida la que se lleva a la teoría y no al revés, siendo la ideología anarquista sólo una herramienta de los seres humanos.Por tanto, la crítica interna gira principalmente alrededor de estos dos temas: hacia aquellos grupos cerrados o sectarios en sus apreciaciones o a los que son incoherentes en sus actos.Esto por el lado de la autocrítica anarquista hacia su propio movimiento con fines constructivos.La respuesta anarquista, a grandes rasgos, suele atacar las formas organizativas del movimiento marxista, en las que, según ellos, los 'iluminados', aquellos que dirigen la cúpula del partido, son los que deciden las acciones del resto de los militantes, sin permitir su participación y concienciación.