Crépida

Consistía en un zapato llano que se ataba con correas por encima del pie.

Semejante a esta se ven otras crépidas en algunos monumentos, entre ellos la Diana, que existe en el Museo del Louvre.

En un principio los romanos rechazaban el uso de la crépida, por no creerla digna de la severidad nacional y los enemigos de Escipión el Africano, cuando éste estuvo en España, le censuraron por presentarse en público con crépidas y palio a la moda griega, pero en la época imperial fue adoptada por los mismos emperadores.

Los soldados romanos usaron la crépida carbatina que viene a ser la abarca de los montañeses españoles e italianos.

En las pinturas de las tumbas etruscas de Vulci aparecen unos personajes con un calzado semejante a la crépida usada en Grecia en el siglo V a. C., que dejaba el pie al descubierto y no tenía, como la que después se usó en Roma, el talón de cuero con ojetes por donde pasaban las correas que después de cruzarse sobre el empeine se anudaban sobre el tobillo o más arriba.

El Hermes de Praxíteles lleva unas crépidas en los pies.