Sólo las cepas toxigénicas producen esta potente exotoxina-AB, propiedad que resulta al quedar la bacteria infectada por un virus .
Gracias a esta toxina, el microorganismo no necesita penetrar en la sangre para producir los síntomas sistémicos de la enfermedad.
Aunque la situación es muy buena en la edad infantil, las tasas de seroprevalencia en adultos son mucho más bajas, no llegando al 30 %.
H. sapiens o sea el hombre actual, es el único reservorio conocido de C. diphtheriae (mediante portadores, en general, asintomáticos).
C. diphtheriae es sensible a muchos antibióticos, como la Eritromicina (bacteriostático) o la Penicilina G Procaína (bactericida).