La melodía principal es de un sintetizador plenamente synth pop en una notación intermedia grave a una velocidad rápida de ejecución, sobre otra base de apoyo ambiental aguda, que en realidad es la primera y consigue ser verdaderamente terrorífica por su sonido desolador hecho para condicionar la reacción del escucha hacia algo desconocido.
Lo que más llama la atención es su cualidad perversa, en la que David Gahan vocaliza a un verdadero asesino serial, un violador de cualquier norma establecida quien sólo encontrará placer en viciar la vida de alguien más inocente, pero no es sólo una propuesta atrevida como lo fueran por ejemplo los temas del álbum Some Great Reward o Personal Jesus de Violator, sino una canción fatua sobre la maldad inherente al ser humano.
Evidentemente es una letra sobre ética, aunque no pretende debatir sobre lo que pueda considerarse ético y lo que no, es decir un discurso moralista, pues trata con descaro y cinismo la capacidad de pervertir.
Es más como un canto dedicado al mal innato de cada persona, sin concesiones, en donde si llega a un cierto análisis sobre la ética pues el ser humano realmente llega a hacer daño por un solo motivo, porque puede.
Sin embargo, resulta bastante curiosa su musicalización mucho más endeudada con un sonido netamente synth pop que todas las demás canciones del álbum, con lo cual es un tema que maneja dos tendencias a la vez, synth pop y rock gótico, aunque ambas sean totalmente genéricas; en suma el más alternativo de toda la colección.