Corona votiva
Eran ofrenda de carácter permanente que desde la época constantina se hacían a las iglesias para honrar a Dios.Consistían en grandes cercos de metal precioso, cuajados de pedrería y adornados con pinjantes o pendientes de vidrio, metal, perlas, etc., que después de haber servido para la coronación de un rey (o sin proceder de ésta) se ofrecían por reyes y magnates para ser suspendidas sobre el altar y debajo del baldaquino, expresando casi siempre alguna inscripción latina el nombre del oferente.Hay otro gran tesoro, el de Torredonjimeno (Jaén).La familia que encontró el tesoro, en un lugar denominado Los Majanos, lo fue vendiendo a un chamarilero de Córdoba y hoy se encuentra repartido entre los Museos Arqueológico de Córdoba, Barcelona y Nacional de Madrid.Aunque, evidentemente, no se conserva ninguna corona completa, sí aparecen algunas letras colgantes, semejantes a las de la diadema de Recesvinto, en las que se puede leer una dedicatoria a las santas Justa y Rufina.