En 1933, los anfitriones lituanos sorprendieron a los oficiales con un recorrido por una cervecería local en la mañana antes del partido Lituania-Letonia.
El periódico estonio Päevaleht informó que el árbitro finlandés del partido estuvo muy alegre, pero hizo un trabajo horrible, favoreciendo principalmente a los anfitriones lituanos.
Las reglas exigían que al menos dos victorias fueran necesarias para ganar el campeonato.
Aquella selección que al finalizar todos los cruces haya obtenido la mayor cantidad de puntos se corona campeona.
Desde la edición 2016, cada selección disputa un encuentro como local y otro como visitante, dejando de existir una sede fija para la organización del torneo.