Éste ha concentrado su investigación en cómo los individuos aprovechan y combinan las diferentes fuentes mediáticas de la cultura contemporánea.
Según Jenkins, la convergencia mediática debe ser entendida como un proceso cultural, en vez de un punto final tecnológico.
Su libro, Technologies of Freedom, fue el primero en proponer el concepto de «convergencia» como una fuerza de cambio en el seno de las industrias mediáticas:[2] Pool entendía que la divergencia y la convergencia son dos caras del mismo fenómeno: «Hubo un tiempo en que las empresas que publicaban periódicos, revistas y libras hacían poco más; su implicación con otros medias era escasa.» Cada medio tenía sus funciones y mercados específicos, y cada uno estaba regulado por diferentes regímenes, dependiendo de si tenía un carácter centralizado o descentralizado, marcado por la escasez o la abundancia, dominado por la información o por el entretenimiento, y poseído por intereses gubernamentales o privados.
Pool creía que estas diferencias obedecían en buena medida a opciones políticas y se preservaban mediante el hábito, más que por alguna característica esencial de las diversas tecnologías.
La convergencia representa un cambio cultural que los anima a buscar nueva información y establecer conexiones entre contenidos mediáticos dispersos.
Las nuevas tecnologías mediáticas han hecho posible que el mismo contenido fluya por canales muy diferentes y asuma formas muy diversas en el punto de recepción.
[5] La convergencia es una solución temporal entre diferentes tecnologías mediáticas, más que un sistema plenamente integrado.
Estos dos planos se refuerzan mutuamente, creando relaciones estrechas entre productores y consumidores mediáticos.
Los productores mediáticos están respondiendo a estos consumidores recientemente empoderados de maneras contradictorias, unas veces alentando el cambio, otras veces resistiéndose a lo que consideran un comportamiento renegado.