[1][5][6] Como consecuencia de las desamortizaciones que se produjeron desde finales del siglo XVIII, el convento se transformó en cuartel carlista y tuvo su protagonismo durante las Guerras Carlistas, por lo que su aspecto se adaptó a este nuevo uso, fortificándose su exterior y abriendo aspilleras para el fuego de artillería, entre otras cosas.
[6] En la actualidad de su disposición interior no queda nada, ya que acabó destinándose a viviendas particulares, remodelándose totalmente por dentro, perdiendo todas las características conventuales que tenía en un primer momento.
Su exterior presenta un aspecto más semejante al que debía tener al finalizar las guerras carlistas, aunque se hayan realizado obras de restauración en diferente momentos, de carácter privado fundamentalmente.
En un primer momento el convento se dedicó a San Miguel Arcángel y Santa Ana.
[1][7] El resto del convento ha perdido su fisionomía inicial al transformarse en viviendas particulares.