Alejandro IV envió una carta a los franciscanos mallorquines, en la que los encargará ayuda en todo momento a las nuevas monjas clarisas que debían instalar en la capital de Mallorca.
En el siglo XVII se hacen unas grandes reformas, sustituyendo la parte gótica por una de la época post renacentista y casi barroca.
La base del edificio fue construida sobre restos de origen andalusí.
Las jambas adoptan la forma de estípites decorados con motivos vegetales, auriculares y muecas.
El entablamento tiene una cornisa rematada por un frontón roto, en el centro del frontón hay un medallón que contiene un relieve que representa la imagen de Santa Clara.