Convento de La Verde

Tendiendo la vista al salir de ella por las ondulaciones del campo, no se barrunta siquiera lo que éstas celan.

Nadie diría que ganando las crestas se extiende a la vista la inmensa meseta ondulada como vasto mar petrificado.

Los enormes cuchillos van perdiéndose en gradación de tintas hasta ir a confundirse con la niebla.

Allí arribota, arribota, en la cresta del escarpado frontero, verdean trozos de trigo, nuncios de una campiña serena, y asoma su copa algún que otro arbolito que denuncian a un pueblecillo portugués.

Juegos de luz animan la dantesca garganta; peñas en claro se destacan sobre el tono oscuro de las peñas en sombra, y allá en lo alto, dominando al ceñudo paisaje, algún milano se cierne bañándose en luz.

Vista general del convento.
Claustro del convento.