El triple uso de dicho signo permite marcar los bienes culturales excepcionalmente importantes que están bajo protección especial.
Esa protección está complementada por la que establecen los protocolos adicionales de 1977 y ahora forma parte del derecho internacional consuetudinario.
Sin embargo la realidad es otra, puesto que a lo largo de los siglos, se han perdido muchas obras de arte y se han dañado o destruido sitios culturales durante las guerras.
Si bien han existido formas consuetudinarias de protección desde siglos atrás, la destrucción que trajo aparejada la Segunda Guerra Mundial llevó a la comunidad internacional a actuar y otorgar protección jurídica específica.
Incluso la Convención de La Haya reconoce situaciones en que los ataques contra bienes culturales se llevan a cabo de manera ilícita al convertirse en blancos militares, siendo devastados y dañados tras los ataques.