Aunque sus orígenes no están muy definidos, se supone que la elección del conejo se debe a su prolífica capacidad de procreación, de gran valor simbólico en una temporada de fiestas dedicadas a la fertilidad de la tierra tras el invierno Su uso se remonta a pueblos antiguos del norte europeo, que veían en la liebre un símbolo: sus fuertes patas traseras le permiten moverse siempre hacia arriba con facilidad, mientras que sus débiles patas delanteras le dificultan el descenso.
El conejo como símbolo de la fertilidad y la renovación en la región alemana se transformó en una tradición en torno al Osterhase.
[7] Otro posible origen del conejo de Pascua sería Sajonia, donde se honraba a la diosa Eostre en primavera.
Del mismo modo, en las tradiciones celtas y escandinavas, la liebre era el símbolo de la diosa madre.
Cuenta que un conejo estuvo encerrado en el sepulcro junto con Jesús y presenció su Resurrección.