Concilio de Toulouse

El concilio prohibió a los laicos leer las traducciones vernáculas de la Biblia.El concilio fue convocado por el obispo local para hacer frente a la amenaza percibida del rápido crecimiento del movimiento albigense en el sur de Francia en el siglo XIII.El concilio resolvió que se hiciera una búsqueda en cada parroquia de herejes (albigenses,[1]​ y cátaros)[2]​ y que si se encontraban sus casas fueran destruidas,[3]​[4]​ y que se destruyeran las traducciones no latinas de la Biblia,[4][5] e igualmente para otras copias no autorizadas.[10]​[11]​ y para ratificar también las conclusiones del Concilio de Toulouse.El canónigo dos de este concilio de Tarragona reafirmó: «Nadie puede poseer los libros del Antiguo y Nuevo Testamento, y si alguien los posee debe entregarlos al obispo local dentro de ocho días, para que sean quemados...»[12]​[13]​
Papa Inocencio III excomulgando a los albigenses (izquierda), masacre contra los albigenses por los cruzados).
Fulco de Marsella representado sosteniendo una Biblia en BnF (ms. 854 fol. 61).