Cuando algunos monjes más de la orden llegaron en las años siguientes, le pidieron permiso al Ayuntamiento[Nota 1] para construir un monasterio; pero en 1695, el Ayuntamiento les hizo saber que no había suficientes frailes para justificar la construcción y que además ya había suficientes monasterios en la ciudad.[9] Se transcribe a continuación la copia del documento que se encuentra en el Archivo General de Centro América en el que fray José Olaverrieta solicita permiso para vender las instalaciones destruidas:[10] Traslación 1785 Muy ilustrísimo señor Fray José Olaverriete predicador apostólico y guardián de este Santo Colegio de Cristo Señor Nuestro Crucificado, parezco ante vuestra señría y con el debido respeto digo: que ha resuleto el siscretorio de este Colegio, por que a él toca, que se venda el sitio del Colegio que tiene en la ciudad arruinada con el campo a él anexo, por haber necesidad de este subsidio para comenzar la fábrica del convento que carece en esta nueva ciudad: y para que nuestro síndico efectúe dicha venta, impetramos por la presente la anuencia de vuestra señoría, y así: Durante el siglo xix las instalaciones se utilizaron como establo, fábrica de jabón y complejo deportivo.[16] No solamente se destruyó completamente el pueblo de Parramos,[17] [18] sino que bandas de forajidos armados con cuchillos y otras armas punzocortantes intentaron asaltar a los damnificados y robarles lo poco que les quedaba; afortunadamente, las bandas fueron capturadas por la policía del gobierno del general Justo Rufino Barrios y ejecutadas sumariamente.[16] Otro testigo indicó que el pueblo de San Miguel Dueñas quedó totalmente destruido, y quienes lograron sobrevivir salieron huyendo buscando áreas más seguras.[16] El fotógrafo Eadweard Muybridge visitó Antigua Guatemala en 1875 y dejó un registro fotográfico de estado de a ciudad tras este sismo y se puede advertir comparando sus fotografía con los grabados existentes que las ruinas de la Recolección perdieron la fachada frontal, que cayó hacia adelante.