Dado su espíritu emprendedor, no tardó en sentirse a gusto en medio de aquella comunidad en la que todos veían oportunidades para concretar sus proyectos.Aquellos chicos precisaban un lugar que los reuniera luego del colegio para practicar diferentes deportes, y a la vez hacer sociales.Quizá el tema se hubiese solucionado mediante la creación de un potrero, tan típico por aquellos tiempos, donde los alumnos pudieses jugar un rato al fútbol.Sin embargo, ese joven maestro sabía que podía, y debía, ir más allá.Así, aquel primer núcleo conformado por el tándem maestro-alumnos debatía día a día acerca de la mejor manera de implementar un proyecto que tenía como resultado final la fundación del Club Sportivo Independiente.Los alumnos de aquel inspirado profesor puntano se vieron seducidos al instante por la idea de contar con un espacio propio, no solo para jugar a la pelota, sino para "alejar a los jóvenes del vicio, desarrollando cuerpo sanos y mentes sanas", tal como lo expresaban por aquel entonces los futuros fundadores.Así, el proyecto fue tomando forma cada vez más concreta y las charlas de recreo dieron lugar a la creación del club.Sin embargo, el destino jugaría una mala pasada, transformando un día festivo en una jornada de luto y profunda tristeza.Como un triste guiño, el destino unía las historias de Don Roberto y su querido club, para siempre.Al rojo de La Pampa llegan como refuerzos: Gino Veronesi, Lucio Haag, Saulo Bieschke, Joaquín Morandini, Jeremías Gamboa y Rocco Tumminello.Participa de la División Sudeste, con diez triunfos y diez derrotas, finaliza la sexta posición y clasifica a play-off de división, instancia en la que es eliminado por su actual clásico rival Ferro Carril Oeste, cumpliendo una digna primera participación.Fue una iniciativa ambiciosa y realizada a conciencia, haciendo honores a emprendimientos pasados del club, que tuvo como fin brindar un lugar acogedor para los más chicos, generando un ambiente de confianza en el cual madres y padres pudieran descansar tranquilos.