Clozapina

[1]​ Creado a finales de los años 1950, pronto se comprobaron sus especiales características: baja tasa de efectos adversos neurológicos extrapiramidales (temblor y parkinsonismo) y mayor eficacia frente otros antipsicóticos.

Con el tiempo, el intervalo entre tomas de sangre es relajado de una semana a dos y luego a cuatro; en caso de caídas significativas en el conteo globular, el intervalo es vuelto a reducir; en casos extremos, el médico o farmacéutico es notificado que el paciente no debe tomar la droga.

Se recomienda su inicio gradual, partiendo de dosis muy bajas, para mejorar su aceptación por el paciente, quien, además, debe realizarse un análisis de sangre semanal durante los primeros cuatro meses y mensual durante el resto del tratamiento.

Además de usarse en esquizofrenias, también se ha utilizado en otros trastornos con síntomas psicóticos (trastorno delirante, trastornos bipolares y depresivos) y en diversas enfermedades neurológicas en las que aparecen síntomas psicóticos, complicando el cuadro orgánico (Parkinson, demencia con cuerpos de Lewy difusos) y que son especialmente sensibles a los efectos extrapiramidales de los antipsicóticos.

La clozapina es el fármaco de elección en la esquizofrenia infantil, junto con tratamientos psicológicos: psicoterapia familiar y rehabilitación psicosocial (mejora en las habilidades escolares, evolutivas, sociales, y solución de problemas niño-familia-entorno)