Una vez corregidos ambos fallos, los Gatos empezaron a hundir grandes cantidades de barcos japoneses.
Lo primero no pudo ser corregido debido a limitaciones en los sistemas hidráulicos de a bordo utilizados para mover el timón, considerándose su radio de giro aceptable pese a sus limitaciones y únicamente añadiéndose tras la guerra un timón extra en la parte superior de su popa.
Otro rasgo destacable fue que estos submarinos tuvieran entre otras cosas literas para cada tripulante, unidades para destilar agua, y refrigeradores para comida, lujos comparado con lo que se podía encontrar en los submarinos de otras armadas, añadidos pensando en el confort de la tripulación en esas largas patrullas de dos meses y medio, y que su gran tamaño permitía añadir sin que ello supusiera un impacto negativo a sus capacidades.
Lo más notable, sin embargo, era la incorporación de aire acondicionado a bordo, que al eliminar la condensación de la humedad tropical producida a bordo al estar el submarino sumergido y calentado por los 70 cuerpos de su tripulación evitaba cortocircuitos y fuegos en los aparatos eléctricos a bordo, aumentando así la fiabilidad mecánica y eléctrica de los Gatos y siendo un factor clave para su éxito.
Una vez en el Pacífico, estos submarinos se hallaron en mitad de la lucha contra los japoneses.