Su vida vio la luz en una casa situada frente al Hospital San Juan de Dios (Bogotá).
Al no haber registros de formación académica alguna en los testimonios dejados por sus conocidos ni en sus referencias a sí mismo se presume que fue un autodidacta.
Algunos de sus textos más destacados aparecieron en el periódico El Espectador, en la sección denominada Cronistas propios.
Entre sus compañeros de cofradía, Soto Borda ganó justificada fama por sus capacidades como repentista, sus ya mencionados epigramas y sus observaciones agudas sobre el quehacer literario.
[4] Su estilo se destaca por usar hipérbaton en sus poemas; hay quienes lo consideran el padre de la crónica periodística moderna en Colombia.