Con la circulación enterohepática de los ácidos biliares se busca conservarlos gracias a una rigurosa regulación.
[4] Al momento de consumir algún alimento la vesícula biliar se contrae y con ello libera las micelas hacia el intestino delgado.
Donde luego estos ácidos biliares deben ser reabsorbidos ya sea por difusión pasiva no iónica a lo largo del tracto gastrointestinal o por el mecanismo dependiente de sodio en el íleon.
En general la reabsorción es una labor llevada a cabo por los hepatocitos periportales para secretarlos hacia el interior del espacio canalicular.
[4][2] Durante el ayuno más o menos la mitad del reservorio de los ácidos biliares es tomado y concentrado 10 veces más en la vesícula biliar, con lo que los niveles de ácidos biliares disminuyen en el intestino delgado, la vena portal, el suero y el hígado.