En este sentido los datos son muy significativos: si en 1950 contaba con 1.421 habitantes treinta años más tarde esa cifra se había reducido a la mitad, no alcanzando los 300 habitantes en la actualidad.
Pero si por algo es famoso este lugar es porque aquí se producen las famosas obleas de Cipérez, que tan apreciadas son en toda España.
Respecto al año 2000, el censo refleja 439 habitantes, de los cuales 221 eran hombres y 218 mujeres.
Las habitaciones interiores se separaban mediante adobes, ladrillos de barro y paja secados al sol.
En las esquinas se colocaban piedras labradas, escuadradas, para que encajaran.
Las ventanas eran de madera, normalmente se introducían en las jambas unas rejas para evitar robos.
Prácticamente en todas las casas existía lo que se llamaba "el doble" o "sobrao", construido mediante tablas de madera, que se utilizaba para guardar principalmente, si tenía suficiente altura —en algunas casas apenas llega al metro de altura—, el grano ( centeno, avena, trigo...), es decir, como panera.
Lo que no faltaba en ninguna casa era la chimenea, hoy ya casi desaparecidas las antiguas.
Su principal característica era la gran campana que tenían, alguna de 5 o 6 metros cuadrados, su principal utilidad era para la curación de la matanza durante el invierno a base del humo.
Todo esto ha hecho que en su interior la temperatura apenas variase durante invierno y verano.