El cilindro de O'Neill, también llamado Isla III, es un hábitat espacial cuyo diseño fue propuesto por el físico Gerard K. O'Neill en su libro de 1977 The High Frontier (traducido al español como Ciudades del Espacio en 1981).
Rotan a fin de proporcionar gravedad en sus superficies interiores, que estarían acondicionadas como un medio de vegetación natural con árboles, hierba, arroyos y lagos y es el lugar donde se desarrollaría toda actividad.
La zona industrial y la fabricación estaría localizada en eje del cilindro, detrás de la antena parabólica.
O'Neill creó tres diseños principales: Estos hábitats serían construidos a partir de materiales lanzados desde la Luna con catapultas electromagnéticas.
Más allá de dichos lagos podrían emplazarse ciudades que se extiendan ladera arriba.
Las pequeñas ciudades, alrededor del medio millón de habitantes, podrían ofrecer una oferta cultural variada como conciertos, exposiciones o teatros.
Para permitir que la luz pueda entrar en el hábitat el cilindro estará dividido en seis franjas iguales, de las cuales tres serían ventanas transparentes y tres serían “suelo” habitable, intercaladas entre sí.
Como acotación al margen, la luz reflejada de los espejos estaría polarizada, lo que podría confundir a las abejas.
Las colonias deberían existir en pares, una rotando en dirección contraria a la otra, así la interacción gravitacional entre sí contrarrestaría efectos giroscópicos.
Robert A. Heinlein, en su novela Huérfanos del cielo (compilando dos historias publicadas en 1941), presenta cilindros giratorios para emular gravedad.
Ellos cariñosamente son llamados canships (literalmente, «naves lata») por la población más vulgar del universo.
El día y la noche son simulados cuando el paisaje gira alrededor de la fuente luminosa.