Tan pronto como llegó a la Asamblea, se unió al Club de los Jacobinos.
Fue retomado por la derecha al día siguiente y rechazado, considerando la Asamblea que sus poderes no podían ser ejercidos sobre las conciencias y opiniones religiosas, que la majestad de la religión y el respeto debido a ella no permitía convertirla en objeto de una deliberación.
También habría propuesto la secularización de los sacerdotes que abandonarían el sacerdocio.
Luego pidió a la Asamblea Constituyente que le otorgara protección.
[4] Sus adversarios, deseosos de presentar a los jacobinos como deístas no cristianos, lo criticaron durante mucho tiempo por estos vínculos con las profetisas y sus conspiraciones.