En 1868 se trasladó a París donde se estableció y consiguió la reputación como el mejor lutier francés, siendo sus instrumentos considerados superiores a otros violines de su tiempo.
Los famosos violonchelistas Auguste Franchomme, Jacquard y Víctor Mirecki tocaron instrumentos de Collin-Mezin.
Como los mejores lutieres franceses, sus diseños siguen la tradición de los famosos lutieres italianos Stradivarius, Guarnerius y Amati, aunque él desarrolló su propio barniz único.
Sus violines son elaborados artesanalmente, trabajando muy finamente cada detalle: Sus instrumentos también están caracterizados por el potente e inusualmente brillante sonido que emiten, pero también poseen cierta dureza.
El historiador musical William Henley, en su Universal Dictionary of Violin and Bow Makers (1959), sugiere que esta dureza se podría eliminar con «muchos años de duro trabajo tocándolos», y que entonces permitiría ciertamente al instrumento ser tocado por un solista activo.